sábado, 31 de diciembre de 2011

Abri de 2011 - ¿No coopera para la Cruz Roja?

Gracias a todos ustedes mis queridos fans, este es mi post Número 300


Muchos paramédicos han olvidado cual fue su primer servicio en ambulancia por lo intrascendentes que fueron, alguna persona con una lesión leve, algún traslado de una mujer embarazada con amenaza de aborto, algún borrachín que se cayó de su propia altura y estaba sangrando a media calle; pero todos los paramédicos recuerdan con gran detalle, aquellos servicios que los dejaron marcados para toda su vida y que sobretodo implican la muerte, el famoso 14 en la clave de la cruz, todos sin excepción recuerdan su primer 14, es como un bautizo de fuego, cuando realmente se ponen a pensar si sirven para el oficio, eso jamás se olvida, sobretodo si ese 14 implica una escena de violencia. Mi primer servicio en ambulancia fue un 14, una gran suerte que tuve para esto. Los demás servicios que tuve fueron tan intrascendentes comparado con este primer servicio que me tocó salir. Eran como la una de la mañana, primavera, no hacía mucho frío en la noche, se recibió la llamada y nos avisaron de un apuñalado que había sido trasladado a la clínica local particular de un pequeño pueblo, ya no presentaba signos vitales, pero la familia exigía que se presentara la cruz roja para intentar trasladar al herido. En el camino al pueblo a toda velocidad pensaba si realmente ya estaba suficientemente preparado para esto, amaba estar en la cruz roja, portar mi uniforme de alumno, mi casaca, mis guantes, mi equipo en sí, llevaba ahora en mi mochila sin falta todos los días aparte de mi equipo de protección para fluidos corporales mi baumanómetro y mi estetoscopio, mi lámpara para exploración corporal, mi termómetro, todo mi equipo para tomar signos vitales, comenzaba a entender tantos conceptos que antes no entendía de la medicina, asistí como voluntario a botear para la colecta nacional lo cual fue una experiencia muy gratificante, pero esto de asistir a la escena de un crimen era demasiado difícil para mí, sobretodo siendo mi primer servicio en ambulancia. Asistí con 2 paramédicos, uno de bastante experiencia, 26 años para ser exactos de experiencia, cuando yo nací el ya era paramédico, una persona muy agradable y con quien tuve oportunidad de salir después a otros servicios, muy criticado en la delegación por tener métodos y costumbres obsoletos o así lo veían los jóvenes paramédicos….. el otro era un tipo que estuvo en el ejército, así que como tal era un tipo duro de carácter y de físico, extremadamente ajeno a la compasión que un paramédico debería tener, estábamos hablando de sus experiencias en el army cuando salió este servicio. Llegamos a la clínica y afuera había como siempre muchos curiosos, en la puerta de la clínica una gran mancha de sangre y esta continuaba extendiéndose hacia el pasillo donde nos condujeron al pequeño cuarto donde yacía el cuerpo desnudo de un hombre de aproximadamente 30 años de edad, con un color muy pálido y la boca abierta al igual que los ojos, tenia una herida en el pecho en el lado izquierdo. Yo me quedé totalmente paralizado de horror de ver por primera vez algo así, el paramédico que había estado en el ejército me pidió que lo tocara para comprobar la temperatura corporal y que intentara tomar signos, evaluar la herida, como la describiría anatómicamente a que altura y ese tipo de cosas, seguí paralizado por este tipo de orden que se me había encomendado y en ese momento, la atención se desvió hacia una mujer que entró apuradamente a la habitación exigiendo que su hermano fuera trasladado inmediatamente a otra clínica particular de Texmelucan, pero el paramédico de mayor experiencia le dijo que la disculpara pero que ya no había nada más que hacer. Acto seguido, la mujer lanzó un grito de horror y desesperación y entró un hombre más en acción para intentar consolarla mientras yo aproveché la confusión para salir del cuarto y de la clínica para “cuidar la ambulancia” mientras los paramédicos se quedaron con el cuerpo para evaluarlo y esperar al agente del ministerio público para rendir su declaración. Mientras, yo me quedé parado afuera cuidando la ambulancia cuando el grupo de curiosos cada vez lo veía mas cerca y más amenazador. Me crucé de brazos intentando disimular el miedo que sentía de estar ahí y pensaba que yo que necesidad tenía de estar precisamente en ese lugar cuando podría estar durmiendo tranquilamente o quizá echando chela con los cuates. Recordé cuando empezaban esas jornadas extenuantes de las clases del técnico en urgencias médicas allá por Septiembre de 2010 y los paramédicos me lavaban el coco diciéndome que yo era un joven mejor que los demás porque mientras otros estaban en la baba viendo la sagrada tarde futbolera, yo había elegido estar estudiando y preparándome para ayudar a los demás. Pero estar en la escena de un crimen…… Cuando la hermana del difunto salió de la clínica, la terrible noticia fue comunicada a la señora madre y esto aumentó la tensión del momento, la gente seguía mirándome fijamente y empecé a escuchar comentarios como que si la cruz roja hubiese llegado pronto, esto no habría pasado y el difunto ya estaría dentro de un quirófano aun con vida, pero no, así hubieran clavado la puñalada al difunto dentro del mejor hospital del mundo y se le hubiese metido al quirófano inmediatamente era imposible que viviera por lo certero del golpe, directamente al pericardio en la zona cardiaca del cuerpo, como si el agresor fuera un hábil cirujano que sabía exactamente en donde atacar para no dejar lugar a dudas de su maestría. Cuando por fin salieron los paramédicos y regresamos a la base, sobra decir de los regaños que me hicieron por no tener el valor para explorar la herida y cerciorarme por mis propios conocimientos recién adquiridos que esta persona ya no presentaba signos de vida, me regañaron por no saber describir correctamente la herida ni meter los dedos enguantados para saber la profundidad de la herida ni quedarme al menos a ver como los paramédicos de gran experiencia tomaban datos y fotografías para vender la información después al panfleto local de Texmelucan. No sé si esto ocurrió en abril, me parece que fue un poco más atrás, tal vez en marzo, pero es quizá uno de los hechos más sobresalientes que me ocurrieron en este 2011, durante la semana santa también ocurrió otro hecho importante que francamente no me dan ganas de comentar, son de esas cosas que cuando te equivocas, odias bastante recordar lo que te pasó. Pero la noche del sábado de gloria, Santi recibió un mensaje mío que decía algo así como: “Que crees que por andar de puto un wey me madreó y me pegó en la cabeza y me quebró mis lentes”. Consideraba al Santi un amigo por ese entonces, y quizá hubiera estado bien recibir mínimo un “Como estás”, pero esta respuesta nunca llegó, ni el siguiente lunes tampoco me preguntó en persona como estás, y de hecho no hablábamos ya casi para nada. Su maldita indiferencia causó en mí el mismo efecto y no importaba que mi amigo sufriera todos los días iendo y viniendo a su pueblo y teniendo que apurarse para salir temprano para evitar lo horrible que era pasar la noche conmigo. Aquel mes de abril me quedé un tercer fin de semana lejos de casa esta vez para asistir al funeral de la única persona que conocía en Texmelucan que no estaba relacionada ni con el trabajo ni con la cruz roja, una cierta relación lejana y cercana a mi abuela materna a quien le hubiera gustado saber que yo estuve en el funeral de esta buena señora. Ese mes de abril entró a trabajar a la empresa Gustavo, el chico que finalmente me “robó” a mi amigo Santi…. No me puedo quejar de su indiferencia cuando yo era igual o peor con él, me pidió salir a ver chicas y yo lo llevé a un antro gay, me pedía posada y yo lo acosaba cuando se quedaba a dormir conmigo, sabía que viajaba diariamente 2 horas y media con todo el desgaste que eso implica y yo jamás dije, mira amigo, te tengo estas propuestas para rentar juntos, yo era por entonces tan feliz viviendo en esa nube roja pidiendo dinero para la institución en la caseta de Texmelucan……..

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