miércoles, 15 de junio de 2011

II Festival podrido III - La muerte en Venecia

LA MUERTE EN VENECIA
Thomas Mann


No me gusta hablar de mí. Lo detesto. Nunca tengo tiempo para eso. Pero el psicólogo que nos han impuesto a todos los trabajadores que salimos positivos en un estúpido test de personalidad me lo ha recomendado así que hablaré un poco de mí. Tengo 40 años. Casado. 2 hijos de 12 y 10 años. Mi trabajo....... Mi trabajo consume la mayor parte de mi tiempo, llego a las 7 de la mañana a planta, a veces más temprano. Nunca salgo de mi trabajo de día, siempre de noche. A veces tengo que estar aquí de madrugada. Es mucha la responsabilidad sobre mis hombros y hay una bola de pendejos a los cuales arrear para que las cosas salgan bien. Nadie entiende mi preocupación por que las cosas se hagan bien y en el menor tiempo posible.  Puedes tener todos los conocimientos del mundo pero si tu gente no hace lo que tu esperas de ello, todas las técnicas se van a la chingada. Yo nunca fui un estudiante ejemplar. Me costó trabajo sacar adelante la universidad, pero al final me gustó mi carrera de Ingeniero Industrial y salí adelante. Dejé 10 años de mi vida en la Industria automotriz en 2 empresas. Esta industria es la más importante de la región en la que vivo. Yo soñaba con llegar a ser Gerente de una empresa manufacturera automotriz importante. Y después de mi segundo despido, tuve que cambiar radicalmente de giro en una empresa mucho más pequeña y donde finalmente soy responsable de la Gerencia lo cual implica tener que estar al tanto de todo. El salario no es el adecuado para lo que hago y si tuviera la oportunidad de tener un trabajo mejor lo aceptaría sin pensarlo y dejaría a esta pinche empresa sola para que se caiga a pedazos poco a poco sin mí. Pero a mi edad es ya tan difícil encontrar un trabajo, volver a empezar de nuevo. Además mi familia. El amor a mis hijos me hace pensar 2 veces antes de dejar este maldito trabajo. Mi esposa es profesora en una escuela primaria particular. Tenemos 12 años de casados. Cuando la conocí estaba yo intentando estudiar y trabajar, siendo soltero y ganando buen salario me daba para estudiar una maestría. A mis 28 años consideraba que ya había vivido suficiente y deseaba un cambio de vida, ansiaba yo casarme como toda la gente normal y formar una familia. Ella apareció en ese momento y dejé la maestría para casarme. Siempre me he preguntado como sería mi vida ahora si en aquel momento no hubiera reunido suficiente valor para casarme con ella. Pero nos casamos y nos enamoramos. Y a 12 años de distancia compartimos un hogar unos hijos, pero no un amor como antes. Apenas si nos vemos en el día, al despertar y al regresar del trabajo. Antes comentábamos las novedades de nuestros trabajos, pero esos comentarios se fueron haciendo repetitivos y dejamos de hacer esta práctica. El buenos días y el buenas noches también se volvió tan común que dejamos de hacerlo. Ella se cansó de que varias noches tuviera que estar con la computadora para revisar pendientes del trabajo y de que me despertaran no pocas veces en la madrugada para informarme problemas del tercer turno que terminamos por dormir cada quien en habitaciones diferentes. Los domingos íbamos a casa de sus papás uno y al siguiente a casa de mis papás que todo se volvió también rutina y terminamos por ir cada quien a su casa y solamente rotar a los niños. Los domingos en que me toca ser soltero suelo salir un rato a la ciudad para distraerme y escuchar un poco de heavy metal, una de mis pasiones secretas que libera. Aunque quisiera, me ha sido imposible ser completamente fiel a ella. A veces suelo tener pequeñas aventuras sexuales con una compañera de trabajo igualmente casada. Pero hasta ahí. Nos seguimos llevando tan bien como siempre. Somos amigos antes que compañeros de trabajo y hace mucho que no tenemos alguna de esas aventuras porque ya ninguno lo desea. Solemos estar solos únicamente para fumar y quejarnos de la bola de pendejos que tenemos por colaboradores. Quizás mi esposa lo haga también ya que pasa todo el día en el Colegio con varios hombres. No lo sé. No me molestaría en absoluto. Todos tenemos derecho a ser libres incluso estando casados. Todo funcionaría bien de no ser por la nueva encargada del personal de producción. Es una joven y bella ingeniero a quien le doblo la edad y a ella no parece importarle sonreirme todo el tiempo y pasar las horas encerrada conmigo hablando de la producción y de repente pasando a otros temas para desaburrirnos. Físicamente es perfecta para mi gusto, alta, delgada, trigueña, con unos ojos hermosos y un cabello y peinado indescriptiblemente bellos. Adoro verla llegar temprano con el cabello suelto y con sus tacones que la hacen ver más alta. Después se coloca su uniforme y comienza a trabajar con una gracia y con un porte que no puedo sino admirar su belleza, tanto la interior como la exterior. Muchos hay en la empresa y fuera que mueren por ella. Pero ella no les devuelve ni una mirada, eso solamente lo reserva para mí. Hemos platicado y pasado tanto tiempo juntos que ahora sé que ha sufrido decepciones varias veces en la vida. Que prefiere a los hombres mayores porque cree encontrar en la madurez una oportunidad para ser feliz. Ella sabe perfectamente que soy casado y que amo a mi familia, y yo sé que ella es soltera, es bella y desea un hombre maduro. Me conformo con mirarla, con admirarla, con envilecerme con su belleza. Y ella no se conforma con burlarse de mí en cada sonrisa y varias veces ha estado tan cerca de mí que algún día quizá no resisteremos a nuestras propias pasiones. Y lo que tenía que pasar fue planeado para un domingo. Había mucha conmoción en el país entero porque una extraña enfermedad amenazaba a la paz y la salud de nuestra nación. Fuimos víctimas de nuestra pasión por mucho tiempo con las calles de la gran ciudad desiertas. La poca gente que había en la calle andaba con un cubrebocas y evitaban el contacto con la gente, especialmente con aquellos que no portábamos cubreboca. Por la tarde terminamos en un motel donde no estaban preocupados por la pandemia entregándonos a la pasión mientras mi esposa tal vez feliz de no verme estaba con sus padres y nuestros hijos. Consumado el acto la hermosa chica me dijo que dejaría el trabajo porque ansiaba mudarse y continuar estudiando. Le dije que podríamos vernos de vez en cuando y ella no contestó. Al final lo que tanto deseaba lo tendría solamente una vez en la vida y regresaría a mi vida normal y aburrida. Pero a la mañana siguiente, no pude continuar trabajando. Comencé a sentirme mal y el imbécil que me aplicó el exámen de personalidad para determinar que estoy propenso a males cardiacos me dijo que presento síntomas de la extraña enfermedad que tiene conmocionado al país y que es urgente que vaya a checarme al Centro de Salud. Hablé por teléfono con ella y no parece tener los mismos síntomas a pesar que nuestros cuerpos estuvieron juntos por varias horas. Escribo esto antes de morir ya que he sido contagiado de la epidemia de soledad........


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