miércoles, 29 de junio de 2011

II Festival podrido IX - Momo

MOMO
Michael Ende

Antes, pero mucho antes que Momo con ayuda de Gigi, Beppo y Casiopea descubrieran la malévola conspiración de los hombres grises, yo era uno de los incautos que había caído en su trampa y había comenzado a ahorrar en su banco de tiempo.

Había descubierto que al bañarme solo una vez a la semana ahorraba en total más de una hora a la semana. Todos los días en lugar de caminar al trabajo corría, lo cual era bueno para bajar la panza y al mismo tiempo que corría al trabajo iba tomando el desayuno por lo cual ahorraba ahí unos 15 minutos diarios. Al llegar sudoroso al trabajo solía ir al tocador a mojarme la cabeza y luego la secaba con un poco de papel para manos. Luego comprendí que esta actividad me quitaba 10 minutos por lo que llegando al trabajo metía la cabeza en un balde de agua fría y luego me sentaba debajo del secador de manos para que se fuera secando mientras abría mi agenda para comenzar a ver los pendientes del día. En lugar de recorrer todos los días cada rincón de mi empresa para detectar actos y condiciones inseguras, ahora trabajaba todo el día desde la azotea donde podía dominar la empresa y detectar cualquier cosa que estuviera mal. A la hora de la comida decidí eliminar el postre y la charla improductiva con los compañeros por lo que comía solo y mezclaba además la sopa y el guisado, esto me daba un ahorro sobretodo de 30 minutos diarios. Decidí eliminar el tiempo perdido en dar los buenos días y los hasta mañana a todos mis compañeros de trabajo; al fin y al cabo todo el tiempo estamos juntos y pasamos más tiempo entre nosotros que con nuestras familias. Dejé de asistir a juntas y capacitaciones. Decidí no tomar agua en todo el día para ir menos al baño y ganar por lo menos una hora diaria de permanecer encerrado en el wáter. Reduje el tiempo perdido en redes sociales, en el blog, leyendo noticias, chateando…… En lugar de leer las enormes columnas de Jairo Calixto, de López Dóriga, de Ciro, mejor leía nadamás el trascendió para estar actualizado y la breve y amarillenta columna diaria de Carlos Marín. En lugar de bloguear escribía mis tonterías en solo 140 caracteres de Twitter reduciendo con esto de 4 a 6 horas diarias, dejé de tener amigos y parejas sexuales para ahorrar una hora de compasión al mes. Dejé de asistir a fiestas, cafés y cualquier tipo de reuniones sociales formales e informales. Dejé de leer libros para ahorrar mi hora diaria y dejé de estudiar los libros de Medicina que al fin y al cabo nunca seré doctor. Dejé de tomar mi vitamina diaria de inglés y dejé de revisar mi correo reduciendo mis contactos a solamente el de mi jefe y mi hermana. Dejé de cenar para reducir una media hora diaria y esto trajo como consecuencia la reducción de mis visitas al supermercado y mis sesiones de cocina y de limpieza. Dejé de tender la cama todos los días y de barrer el polvo. Dejé de lavar y planchar mi ropa para sacarla a la lluvia y después ponérmela cuando estuviera seca. Dejé de ver películas y de salir a tomar copa con los amigos que ya no tenía. Dejé de salir de antro para no perder el tiempo bailando y dejé de ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar ahorrando una hora semanaria. Dejé de tocar la guitarra para aliviar mis tensiones de vez en cuando y comencé a olvidar todas mis aficiones y gustos de todo tipo para no perder el tiempo pensando en todos ellos. Dejé de pensar tanto escribiendo este maldito texto y reduje a un 50% la actividad más improductiva que puede tener un ser humano como es el dormir, y mis planes eran poco a poco ir eliminando esta improductiva actividad hasta dejarla en 0 horas 0 minutos al día y ahorrar todo este tiempo en el banco de los hombres grises.

Sin embargo, nunca te encontré y me hice viejo, muy viejo, yo quería ahorrar todo este tiempo para cuando aparecieras de nuevo o por primera vez en mi vida y aprovecharlo para juntos salir a conocer el mundo y conocernos a nosotros mismos, para disfrutar, para deleitarnos con el placer de nuestras miradas y nuestras voces y nuestras caricias……

Tanto ahorrar tiempo para que los desgraciados hombres grises se multiplicaran con mi tiempo ahorrado y se la pasaran fumándose el tiempo que con tanto sacrificio invertí, como si fueran la Caja Veracruz o la Financiera Coofia o el Fobaproa Zedillista pues se bebieron todos mis ahorros los desgraciados y ni siquiera tu te apareciste a consolarme en mi vejez, ni siquiera tú y solo tenía como compañera a esa maldita tortuga waltermercadiana a la que seguía no sé porqué o hacia adonde y en su caparazón se dibujaban unas letras luminosas que decían: “TAS BIEN PINCHE LOCO”……….

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