jueves, 27 de octubre de 2011

¿No viste por hay a Santi?

Lo bueno es que esta nueva decepción amorosa no me hizo cometer errores tan terribles como en la vez anterior como es el descargar un poco de rencor e ira sobre una tercera persona que nada tuviera que ver con mis desórdenes mentales.

 

Cuando Santi me cambió por Gustavo, el chico deportista, mensajero de la empresa con licenciatura en Relaciones internacionales, sentí mucha rabia por este chico, me hice un programa de actividades para estarlo acosando aprovechando mi puesto de trabajo y mirarlo feo cada vez que se cruzara en mi camino. Al final, afortunadamente desistí de este tipo de tonterías y le seguí hablando bien a Gustavo. Es un buen chico, no tengo nada contra él y me parece en su forma de ser mucho más cordial y amable que Santi que siente que el mundo no lo merece.

 

Santi me cambió por Gustavo porque como toda la gente nadie quiere estar conmigo, soy un ser vil despreciado como aquel triste personaje de la novela Clemencia de Ignacio Manuel Altamirano, lectura obligatoria en la escuela laica gratuita y obligatoria, aquel ilustre y triste general que muere inútilmente en lugar de otro para que la estúpida de Clemencia fuera feliz y aquel pobre desgraciado que dejara unas notas de recuerdo al Dr. Que cuenta la historia “Nadie puede amarme porque no hay nada en mí persona gracioso ni bello”.

 

Me pregunto si alguna vez tendré la oportunidad de morir heroica e inútilmente por el amor y para el amor…….

No hay comentarios:

Lo más visto