viernes, 1 de julio de 2011

II Festival podrido XII - El retrato de Dorian Grey

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EL RETRATO DE DORIAN GRAY

OSCAR WILDE

 

Que persona tan más encantadora, tan más limpia, tan más pulcra y dedicada en su imagen. La imagen lo es todo, es lo que cuenta, la primera impresión que da una persona jamás se olvida. La higiene por la higiene. Seguir la higiene lo es todo. No había otra persona mejor que ella, que tuviera tan buenas prácticas para todo, jamás su vestido ensuciaba, ni al comer, ni al pasar por las calles sucias, su calzado siempre limpio, sus uniformes del trabajo, todo…… Laboraba en industria de alimentos y tenía a su cargo mostrar con el ejemplo a todos los empleados como debían de practicar la higiene. Vivía sola en un pequeño departamento que se había sacado en la rifa anual de regalos de navidad de la empresa. Su jefe dijo que si hubiera decidido a quien regalarlo lo haría a ella pero lo dejó a decisión del azar y por esta vez la suerte fue justa. Aunque pequeño y alejado de la civilización, era un hermoso departamento donde sobresalían sus limpias paredes y pisos, sus ventanas y sus techos. Su jefe le dijo al entregarle las llaves de su departamento que cada quien refleja en su casa lo que hace en su trabajo, y que seguramente este departamento sería siempre un espejo de la limpieza y pulcritud con que laboraba. Aquella vez ella pidió con toda su alma y todo su corazón que este lugar, su nueva morada, estuviera siempre así de limpia igual que ella. Para ello implementaría exageradas medidas de higiene para garantizar su limpieza como aquella de no permitir jamás el paso a nadie a su casa, quitarse los zapatos y toda la ropa antes de entrar y tapar todos los accesos para evitar el ingreso de cualquier partícula de polvo. Fue por esos días que ella conoció o intentó conocer el amor, se trataba de un loco trovador que trovaba guitarra en mano de autobús en autobús, y de fiesta en fiesta. Sus canciones, su voz, su talento le atraían demasiado, quedaban siempre de verse en lugares públicos para platicar y contar los contares que la gente acostumbra contarse: Como te ha ido. Como te fue hoy/ayer/mañana. El estado del clima. Su opinión sobre cierto restaurante o cierto libro. Su opinión en cuestiones científicas, políticas y religiosas. El pasado, el presente, el futuro, el copretérito, el pospretérito y todos los anteriores con el prefijo ante. Una vez el trovador decidió seguirla sin que se diera cuenta hasta su casa una vez terminada su cita. Ella seguía con su reglamento interno de no dejar pasar nunca a nadie a su casa, no importa que la atormentara la soledad, de todas formas no pensaba ir más allá de sus citas románticas con el trovador. Cuando ya se había cambiado de ropa para no ensuciar su pulcro departamento y se había metido en la limpia cama que cambiaba de ropas diariamente cuando escuchó al trovador trovarle en su ventana. Era una canción antigua de esas que los nostálgicos recuerdan todo el tiempo para probar que la música de antes es mejor que la de ahora, se le hacía agua la boca por contemplar al trovador trovándole en su ventana, pero esta estaba sellada. Así que se fue directo a la puerta para abrir y dejar pasar al amor de su vida dejando pasar por primera vez a una persona desde que su jefe recorrió la casa para augurarle buenos tiempos. Abrió y al dejar pasar al trovador, un ataque de furia la atacó sin remedio. La alfombra tenía un rastro de polvo, envenenado el aire, suciedad por todas partes, sucias las cuerdas de la guitarra, sucios los dientes del trovador, bacterias y virus al ataque. Los gritos de histeria se oían a 3 cuadras, la pobre mujer higiénica no tuvo más remedio que ir a la cocina por su preciosa vajilla de plata que nunca usaba para no ensuciarla y comenzar a hacer pequeñas disecciones al cuerpo del pobre hombre indefenso y asustado que era el trovador, corte en la yugular y corte a la altura de pericardio, con esos bastaban. El suelo se manchaba de sangre y ella se ponía cada vez más y más histérica con tanta suciedad. No tuvo más remedio que hablarle a su amiga la química, le debía un favor que solo ellas sabían que era y solo sabemos que era de vida o muerte. Ella salvó la vida a su amiga y ahora la muerte tocaba en su puerta, había matado en un charco de sangre al amor de su vida. Se había enamorado de su talento, pero no de su suciedad. La amiga química llegó con unos cuantos frascos de ácidos de diversa índole, ácido acético para el mal de ojo, ácido muriático para el mal de amores, ácido cianhídrico para el mal de cabeza y ácido nítrico para curar todos los males. En un par de horas, la deuda de vida o muerte con la amiga estaba saldada y el cuerpo del desconocido artista de autobuses y fiestas había desaparecido. Cuando la misteriosa química pozolera cerró la puerta, ella juró que nadie volvería  cruzar la puerta, el resto de la noche la pasó limpiando y desinfectando todo su departamento para que nuevamente no hubiera rastro de suciedad. Limpió minuciosamente la mancha de sangre con Hipoclorito de sodio, ácidos peracéticos, sales de amonio y de benzalconio. La mancha no estaba cuando se fue a dormir cansada. Cuando despertó horas después, la horrible mancha de sangre estaba aún en su lugar lo cual la aterró, era tarde y debía llegar al trabajo, su uniforme no estaba planchado y además estaba manchado de sangre. Se asustó tanto pero debía trabajar aunque sea con el uniforme arrugado y manchado. Para su sorpresa al llegar al trabajo y sacar su uniforme este estaba perfectamente limpio y sin una arruga. Trabajó normalmente y al regresar a su departamento haciendo todo su ritual de cambiar de ropa antes de entrar, se encontró con el departamento sucio y lleno de telarañas y polvo por todas partes, además de la fresca mancha de sangre en el mismo lugar. Dio un tremendo grito pero después volvió a la calma y de nueva cuenta procedió a hacer limpieza general del departamento. A la mañana siguiente, el departamento estaba nuevamente desordenado y sucio, la mancha fresca como siempre. Por varios días la misma situación se repitió y ni los productos de limpieza más potentes resolvieron sus problemas, lo peor es que en su trabajo continuaba destacando como la señorita Higiene que a todos daba ejemplo y ella jamás lavaba ni planchaba su uniforme y este siempre estaba limpio, no obstante que durmiera en una habitación cada vez más sucia, habitada por ratas y otras plagas, con un hedor que no se quitaba con nada y ella una gran razón tenía ahora para jamás permitir que nadie pisara su departamento ni abrir una triste ventana. Por años y años siguió pasando la misma situación, nunca pensó en cambiar de casa pues le fascinaba habitar su chiquero y ser modelo de higiene de día. Con tantos años encima llegaba el tiempo de abandonar el trabajo y comenzar una vida de retiro lo cual le aterraba. Finalmente llegó el día de su jubilación y la tensión creció tanto, que al llegar a su horrible departamento comenzó a limpiar, abrió ventanas y puertas por completo por primera vez en muchos años, sacó malos olores y comenzó a destruir todo lo podrido, dio puñalada tras puñalada y derribó todos los trastes sucios, mandó a su casa a las ratas y a las telarañas las derribó a palazos, mucha agua, mucho jabón, mucho cloro pino y maestro limpio, detergente en polvo y detergente líquido hasta que el horrible departamento antes sucio quedó completamente limpio. Tantos eran sus gritos de horror que al poco rato los vecinos llamaron a la policía y a los servicios de emergencia, llegaron peléandose las ambulancias de la Cruz Roja y de Protección civil la atención a la pobre mujer, los bomberos derrumbaron la puerta del departamento y encontraron una exagerada limpieza en el mismo, brillantes las paredes como nuevas, deslumbrantes los pisos y límpidos los muebles. Solo había el cadáver de una mujer horrible tirada en el suelo en un charco de sangre en el mismo lugar donde tiempo antes había estado el cadáver de un trovador desconocido deshecho por la química, el cuerpo envejecido y maloliente de la mujer contrastaba con la pulcritud del departamento………

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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