viernes, 22 de marzo de 2013

Historia de un frigobar ambulante 2

 Me descargaron y me pusieron en un limpio y fresco lugar donde me mantuvieron todo el tiempo conectado lo cual me dio mucho gusto ya que por fin servía para lo que fui hecho. Por primera vez me mantenían alejado del polvo y me mantenían verdaderamente limpio y no como el tipo regordete que me dejaba siempre lleno de polvo y nunca se molestaba en limpiarme. A partir de entonces comencé a resguardar ciertos alimentos como unas bolsas de plástico con tópers que me iba sacando día con día el tipo flaco, algo de leche deslactosada, refrescos de cola y sobretodo de vez en cuando cervezas, muchas cervezas, al parecer era la bebida más consumida en aquella bonita casa de dos pisos en la que me habían puesto y en esa bonita cocina en la que yo era el único objeto de valor. De las cosas que no me gustaban de vivir ahí era el intenso olor a cigarro casi a diario, el desfilar de un montón de personas hombres y mujeres que sobretodo estas últimas iban y se burlaban de mi pequeñez y me hacían una caricia, el flaco tipo era el que más pasaba tiempo conmigo y el único que se quedaba a dormir de lunes a viernes ahí. También muy de vez en cuando el tipo regordete venía a esta casa y se quedaba largo tiempo observándome, ha de ser puto de seguro, se siente mucha impotencia que se queden mirándote y no poder decirle cosas para que no se te claven de esa manera. Iba el muy estúpido y me abría se quedaba observando lo que tenía guardado y se iba, a veces me decía una o dos palabras, todas joterías de su joto lenguaje. En una ocasión recuerdo que el tipo flaco y él estaban en la cocina ahí conmigo preparando algo de cenar cuando de repente el tipo regordete se sintió ofendido por algo y se salió de la casa sin decir nada. El tipo flaco solo se burló de esto pues no podía hacer otra cosa. Ahí estaba siempre cuando llegaban un montón de tipos los fines de semana para enfriarles sus cervezas, sus refrescos o lo que llevaran, nunca me desconectaron en todo este tiempo y una vez después de mucho tiempo, el tipo regordete regresó a la casa, estaba tomando alcohol con el tipo flaco como casi siempre que iba a visitarlo y de repente se pusieron a jugar fútbol ahí en medio de la casa, jugaron por más o menos una hora los dos putos en playerita y luego siguieron chupando hasta que el tipo flaco se cansó y se fue a dormir. El tipo regordete subió detrás de él y unos minutos después bajó todo furioso y agarró el balón de fútbol y empezó a patearlo desesperadamente contra la pared sin importarle los vecinos ni su amigo ni que yo también saliera lastimado en alguno de sus patéticos balonazos, fueron algunos minutos así dando de balonazos contra cualquier cosa que se encontrara a su paso hasta que bajó el tipo flaco todavía más furioso que el regordete y le dio un empujón para arrebatarle el balón y luego decirle que esta era la última vez que pisaba su casa, el tipo regordete siguió llorando abrazado de mí por un buen rato y  yo ni como poder zafarme de ahí. Yo estaba a las divertidas de todas estas joterías. El tipo flaco no había jueves que no llevara a su vieja a la casa, ella también llevaba cosas para que se las enfriara, una tipa enana, toda plana, con una voz horrible y unas quejas lanzadas que escuchaba hasta abajo cada vez que se acostaban. Pronto empezaría a entender porque cada vez que iba a visitarlo el tipo regordete, era pleito seguro. En una ocasión unos tipos que no había visto nunca se metieron sin llave a la casa y empezaron a registrar todo lo que encontraran a su paso. Me miraron de reojo y se comenzaron a preguntar si me llevarían pero dijeron que no tenían como hacerlo. Trajeron de arriba la maleta del tipo flaco llena de cosas y se retiraron no sin antes avisarme de que a la próxima regresarían por mí. Cuando el tipo flaco llegó y se dio cuenta que alguien había entrado a su casa casi se pone a llorar conmigo, empezó a gritar que ojalá me hubieran llevado a mí y no a su amada laptop. Pronto comenzaría a hacer maletas con las cosas que le quedaban y en lo que parecía una celebración de despedida, uno de los amigos del tipo flaco, un imbécil que siempre me miraba con ojos de codicia le dijo que me ofrecía 800 pesos por mí. El tipo flaco le contestó que lo pensaría. Siempre les había dicho que el se lo había comprado al tipo regordete cuando yo sabía que no era cierto. Cuando ya estaban todas las bolsas y maletas en la puerta listo para mudarse, casi me pongo a llorar pensando si no me llevaría con él y que sería de mí si me dejaba ahí y los tipos desconocidos cumplían su amenaza y regresaban por mí. Pero esa noche después de algunas horas de espera, el tipo regordete se apareció, diciendo no sé que cosas acerca de que ya había conseguido quien le ayudara a pasar las cosas, pasaron las horas y la ayuda nunca llegó, así que finalmente salieron a buscar un taxi y en ese taxi echaron las bolsas y maletas, una bicicleta nueva que tampoco quisieron llevarse los tipos desconocidos y a mí me echaron en la cajuela abierta no sin antes amarrarme bien para que no me fuera a escapar. Viajamos lentamente por varios minutos hasta que por fin llegamos a una bonita colonia de condominios a donde me subieron al segundo piso a un departamento donde al parecer vive el tipo regordete. El tipo flaco terminó de meter sus cosas en un cuarto y a mí me metieron al cuarto del tipo regordete donde otra vez pude observar la playera del tipo flaco en su ventana. Ahora estoy aquí nuevamente en propiedad del regordete, desconectado, me usa nuevamente como buró y para guardar comida que no necesita refrigerarse, hay en este departamento un refrigerador de verdad, mucho más grande que yo el cual al parecer les sirve a los 3, porque también hay otro tipo que vive aquí. Al día siguiente sin más ceremonia, el tipo regordete le devolvió su playera al tipo flaco.... Ahora viven los dos juntos bajo el mismo techo, de lunes a viernes..........

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